El trabajo, publicado en la revista científica Phytotaxa, y liderado por Pablo Guerrero, académico del Departamento de Botánica de la FCNO e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), propone unificar y organizar la información sobre este grupo de seres vivos que, actualmente, se enfrenta a múltiples amenazas. Nuestro país cuenta con una gran biodiversidad de cactáceas, unas 134 especies distribuidas principalmente en el Desierto de Atacama y Chile central, de las cuales un 80% sólo habita en territorio nacional.
Muchas de ellas sorprenden por su resiliencia, levantándose erguidas en mitad de áridos paisajes o mostrando alguna flor que creció entremedio de sus espinas. Se trata de las cactáceas, un tipo de plantas suculentas que acumulan agua en su estructura, y que causan gran admiración en personas de todo el mundo, incluyendo algunos inescrupulosos coleccionistas que pueden llegar a traficarlas, amenazando con ello a muchas de estas especies.
En Chile contamos con una gran diversidad de cactus, cerca de 134 especies distribuidas principalmente en el Desierto de Atacama y la zona central del país, de las cuales un 80% aproximadamente son endémicas, es decir, que sólo existen en este territorio.
Sin embargo, en la actualidad no hay información unificada sobre este carismático grupo de seres vivos en Chile. Por esta razón, un equipo de científicos, liderados por Pablo Guerrero, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), del Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (BASE) y académico del Departamento de Botánica de la Facultad de Cs. Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción, realizó un trabajo que propone actualizar el catálogo de cactáceas chilenas, el cual fue recientemente publicado en la revista Phytotaxa.
Catálogo de cactáceas
Los catálogos de especies forman parte del patrimonio biocultural de las naciones y tienen un valor clave a nivel científico y social, pues permiten dar a conocer la biodiversidad existente, apoyar acciones de conservación y toma de decisiones en políticas públicas. En ese contexto, el estudio también busca aportar en esa línea, considerando además las fuertes amenazas que enfrentan muchas cactáceas chilenas, debido al tráfico ilegal, el cambio de uso de suelo, el impacto de las actividades industriales como la minería, y el cambio climático, entre otros factores.
Un catálogo de flora es un documento que compila a las especies de plantas de un lugar, basado en información taxonómica, es decir, en criterios de clasificación y sus relaciones evolutivas con otros grupos de organismos, que incluyen desde aspectos generales a específicos, como son las características anatómicas, morfológicas, genéticas, entre otras.
“Un catálogo también puede incluir el área de distribución de las especies. Este material unifica y centraliza toda la información y revisa críticamente todo el material disponible hasta el momento. En el caso de los cactus, vemos que existe una larga e intrincada historia de listados de especies, que muchas veces se contraponen, compiten o no tienen mucha coherencia entre ellas. Su clasificación no solo está influenciada por aproximaciones profesionales, pues también existen listados que a veces no cuentan con mucho sustento científico”, describe Pablo Guerrero, director del Laboratorio de Biogeografía, Macroevolución y Sistemática (BIOMAS), quien además está desarrollando un nuevo libro sobre Cactáceas, para la serie Flora de Chile.
En ese marco, el trabajo también propone realizar una nueva clasificación en diferentes géneros de cactáceas. Poder centralizar esta información es muy relevante, según expresa el científico, porque es una importante herramienta para la conservación y para quienes toman decisiones.
“El caso de cactáceas es complejo, porque es uno de los grupos biológicos con mayores problemas de conservación del país. Chile destaca por la diversidad de cactus en el área desértica y mediterránea. Y es prácticamente un lujo que el país cuente con ello, pero a la vez es muy complejo no tener la información ordenada y sistematizada”, afirma el investigador del IEB.
Entre las especies más amenazadas se encuentran algunas como: Copiapoa tocopillana o Eriosyce islayensis –la que ya se extinguió en la zona de Arica-. En la zona de Chile Chico, Región de Aysén, también hay algunas especies que están en peligro de extinción: Maihueniopsis darwinni, Pterocactus australis, Pterocactus hickenii, Austrocactus coxii y Maihuenia patagonica.
Respecto a las amenazas actuales que sufren estas especies, Pablo Guerrero destaca que el tráfico de cactáceas es uno de los principales factores, pero no el único. “El cambio climático es relevante. Esto, a pesar de ser especies mayormente de zonas desérticas y adaptadas a la aridez. Muchas especies son endémicas y especialistas de hábitats, lo que implica que cualquier modificación del hábitat, climática o en el régimen de neblina, produce un impacto severo en ellas. La destrucción de hábitats, el cambio en el uso de suelo, la agricultura y actividades humanas, como los rally, son actividades que generan importantes daños”, asegura el Doctor en Ecología y Biología Evolutiva.
A estas amenazas se suman las del desarrollo inmobiliario irregular, y proyectos energéticos y mineros, generando un impacto muy alto, de acuerdo a Pablo Guerrero: “Actualmente, tenemos un caso emblemático, el proyecto Dominga, en la Región de Coquimbo, el cual amenaza a una especie endémica de esa zona -el cactus simulador- Eriosyce simulans”, detalla.
Importante rol ecosistémico
Poner en peligro a esta flora tan particular no sólo afecta a estas especies, ni a quienes admiran su belleza. Las cactáceas, al igual que todo ser vivo, también interactúan con otras múltiples especies, cumpliendo importantes roles a nivel ecosistémico y en sus interacciones con otros organismos.
Los cactus son una familia de plantas que establece relaciones muy profundas con sus polinizadores y dispersores de semillas. También, constituyen una fuente de alimento importante para muchas abejas endémicas nativas y otro tipo de polinizadores como picaflores. “Además, son una gran fuente de energía para la fauna. Las copiapoas por ejemplo, sustentan una relación muy estrecha con las hormigas, ya que éstas dispersan sus semillas. Además, muchas plantas de cactus pueden generar un microclima para lagartijas, marsupiales y otro tipo de mamíferos, como pequeños roedores, y una estructura que les permite hacer sus madrigueras, y nidos, en el caso de las aves. Son plantas que generan una relación muy potente con el resto de la comunidad animal y vegetal”.
A este invaluable rol, Pablo Guerrero suma el valor que las cactáceas tienen como atractivo escénico del paisaje. “De hecho, la gente viaja a parque nacionales a verlos, como ocurren en el Parque Nacional Pan de Azúcar, atrayendo a miles de visitas al año. Lo mismo puede verse con el boom de las suculentas como planta ornamental”, finaliza Guerrero.
Crédito: Xuksa Kramcsak, IEB. Crédito fotografías:Pablo Guerrero.