Un equipo internacional de investigadores publicó un estudio en la prestigiosa Revista Ecology and Evolution, que demuestra que el Eucalipto tiene efectos letales y subletales sobre larvas de insectos acuáticos, lo que afectaría a diversos organismos que habitan los ecosistemas fluviales con plantaciones de esta especie en sus riberas. El estudio fue encabezado por el Dr. Francisco Correa, investigador del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas (FCNO).

Larva del insecto de Sericostoma pyrenaicum, la cual está siendo sacada de su estuche protector.

En el estudio titulado Resource-allocation tradeoffs in caddisflies facing multiple stressors” participaron las Dras. Luz Boyero y Ana Basaguren, destacadas investigadoras de la Universidad del País Vasco (Bilbao, España). Roberto Adbala, investigador de amplia trayectoria internacional y que se desempeña en la Universidad de Málaga (España), además del Dr. Alan Tonin, Investigador de la Universidad de Brasilia (Brasil).

Se financió gracias a proyectos de los investigadores participantes, además de una beca Postdoctoral otorgada al Dr. Francisco Correa por la Asociación Universitaria de Investigadores de Postgrado (AUIP).

“Se estudió el efecto de estresores múltiples sobre la sobrevivencia y desarrollo de organismos dulceacuícolas. Específicamente analizamos la sustitución del bosque nativo ribereño por monocultivos de especies exóticas, como los de Eucalyptus, los que disminuyen la calidad de la materia orgánica que ingresa a los ríos en forma de hojas y que sirven como alimento para larvas de insectos. Y como este reemplazo además a menudo reduce la cubierta ribereña, elevando la temperatura del agua”, explicó el Dr. Francisco Correa. “Entonces nosotros estudiamos de manera combinada si estos factores de estrés pudiesen tener efectos en la sobrevivencia, desarrollo y la construcción de las capsulas protectoras de invertebrados dulceacuícolas que consumen hojas. Los organismos que estudiamos construyen estas capsulas utilizando pequeñas piedras o fragmentos de hojas y ramas con el fin de camuflarse y protegerse ante depredadores”, agregó.

La imagen muestra los estuches construidos por la larva del insecto acuático utilizando pequeñas piedras de río. En a) se observa un estuche de un individuo colectado desde el río; y en b) un estuche construido por el insecto en los experimentos de laboratorio.

El estudio se llevó a cabo a mediados de 2016 mediante ensayos de microcosmos, que consisten en experimentos con organismos colectados desde los ecosistemas acuáticos y llevados a laboratorio donde se replican algunas de las condiciones naturales, pero además se someten a los diversos tipos de estrés para estudiar sus respuestas. Estos experimentos se realizaron en laboratorios de la Universidad del País Vasco de España.

Los resultados son muy interesantes, pues indicaron que el Eucalipto, por sí solo, tiene efectos letales y subletales sobre las larvas de insectos, aumentando la mortalidad, reduciendo el crecimiento y deteriorando la construcción de sus capsulas, en comparación con las larvas alimentadas con hojas de especies nativas.

“Contrario a lo que esperábamos, la temperatura no incrementó los efectos negativos del Eucalipto, pero al incluir un tercer factor de estrés, en este caso una señal química de un depredador, se desencadenó la construcción de capsulas más duras y grandes, sin importar la calidad del alimento, lo que a su vez generó un mayor gasto energético en los organismo y efectos negativos en su desarrollo”, recalcó el Dr. Correa.

Fotografía de una de las campañas de muestreo para la colección de los invertebrados.

El académico del Departamento de Zoología de la FCNO y líder de esta investigación, explica que estos organismos son muy sensibles ante el estrés generado por las actividades humanas. Pero son fundamentales en los ríos, pues son dominantes en los ambientes menos intervenidos (pequeños ríos de cabecera), donde además de ser el alimento de peces nativos, son los encargados de fragmentar las hojas que caen del bosque, el cual es un proceso clave para el funcionamiento de estos ecosistemas. Considerando que las hojas que ingresan a los ríos desde los bosques que están en sus riberas constituyen la base alimenticia de las cadenas tróficas.

Si bien este estudio se llevó a cabo en España, los resultados son completamente extrapolables a nuestro País, pues en Chile se han plantado más de 2 millones de hectáreas de eucaliptos y pinos, distribuidas principalmente entre las regiones del Maule y Araucanía. Esto ocurrió entre los años 1974 y 2012, periodo de vigencia del Decreto de Ley 701, que entregaba financiamiento a empresas privadas en hasta un 75% de los costos asociados al desarrollo de plantaciones forestales. Para lo cual se ha reemplazado una importante parte de los bosques nativos presentes en las riberas de los ríos de nuestro país. Sobre la base de estos antecedentes y nuestros resultados, podemos predecir que este tipo de efectos negativos han estado ocurriendo desde hace varias décadas sobre los ecosistemas acuáticos de Chile.

“Para dar respuesta a diversas interrogantes asociadas a estas problemáticas es que se postuló recientemente al concurso de Fondecyt de Iniciación 2017 de CONICYT, con el proyecto “Multiple stressors in freshwater streams: Global warming and forest plantations”, el cual de ser aprobado permitirá abordar diversos estresores globales en mayor profundidad, incluyendo especies que cumplen otros roles en los ecosistemas y también analizando afectos a nivel comunitario y ecosistémico” finaliza el Dr. Francisco Correa.