La estudiante de Biología UdeC, Francisca Barría, de nombre artístico “Artemisia vulgaris” (@pajaro.errante) desarrolló una obra de ciencia y arte denominada “Cortacielos”. La obra de arte se presentó este 2022 en el Centro Cultural La Esquina Rosada con una buena recepción del público asistente.
A través de esta obra de ciencia y arte, la artista Artemisia vulgaris utiliza el conocimiento científico de distintas investigaciones y con ayuda de imágenes solicitadas a la Universidad de Cornell y otros aficionados a las aves, creó una obra performática, dónde narra la vía migratoria central de las aves boreales que año a año eligen las costas de la región para nutrirse y criar, refugiarse y existir.
Esta obra se materializó gracias a un fondo para artistas emergentes del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
En entrevista con Artemisia vulgaris, nos contó más acerca de su obra.
– ¿Cuál es el objetivo y mensaje de “Cortacielos”?
El objetivo es conmover con la realidad de animales que al igual que nuestra especie, buscan vivir tranquilos sus procesos biológicos. El mensaje implícito es que somos egoístas como seres humanos, nunca nos ponemos en el lugar de otros seres vivos, es como que no quisiéramos entender que este planeta está vivo, que tiene un pulso y ejercemos una presión innecesaria sobre él. A esa presión los demás animales no tienen por qué adherirse, algunos simplemente no la sobreviven, entonces si no cuidamos los ecosistemas y su estructura comunitaria, perdemos nosotros. Básicamente o nos detenemos o nos detienen, porque el planeta no espera y hace siglos sabemos que nada gira en torno a nosotros.
– ¿Cómo surge esta iniciativa?
El arte siempre ha sido parte de mi, no puedo existir sin sentir y leo mucho, soy una aprendiz. Me crié junto a mi tío, tenemos poca diferencia de edad y como músico siempre me involucró en sus avances, es paramédico también entonces es otro ejemplo de ñoño, como yo, que combinaba sus placeres con sus estudios. Creo que eso me dio un oído muy fino para identificar de niña instrumentos, ritmos y ahora ya adulta los trinos de las aves. Escucho, miro y registro. En base a eso y la generación de preguntas científicas constantes en mi cabeza, que nunca para, escribí desde mi alma una historia de cómo me sentiría yo si fuera una ave migratoria, que solo quiere seguir su instinto, continuar su historia de vida contra los elementos pero siempre de la mano de ellos.
– ¿Qué investigaciones científicas se tomaron como base para este trabajo de transposición en Ciencia y Arte?
El impulso creativo más brillante fue la investigación que se llevó a cabo entre 2016 y 2017 donde científicos hicieron seguimiento de las rutas aéreas del Zarapito de pico recto, los individuos viajaron desde Chiloé a Alaska. Junto con eso, justo en esos años comencé con las diversidades animales, la zoología de la facultad, entonces pude comprender desde lo general a lo especifico que implica la migración de aves, sus rutas, hábitos, etc.
– ¿Por qué es importante que las personas conozcan acerca del tema de la migración de las aves?
Porque influye en nuestra calidad de vida: las aves suelen indicar el estado de salud de un ecosistema. Si nos fijamos, no hay mucha diversidad en zonas urbanas, claramente perturbadas como sí la hay en un relicto de bosque nativo o una poblacion que este cercana a ello. Las aves controlan plagas al comer insectos, al controlar la población de roedores, aportan polinizando la flora nativa del país lo cual directamente nos ayuda a respirar. También por medio de la endozoocoria ayudan a dichos frutos consumidos volverse embrión y luego una nueva planta. Es importante que se conozca sobre la migración de aves porque como residentes, debemos hacernos cargo de mantener el lugar para no abusar de la energía de estas aves. Están preparadas para gastar harta energía volando de norte a sur, de Este a Oeste, no se pueden dar el lujo de perder el tiempo de vida en buscar un mejor lugar que donde esperaban llegar. Y si lo hacen, es
probable que vaya en desmedro de su población, lo que afecta la comunidad y finalmente rompe con la sanidad del lugar.
– ¿Qué rol juega la Universidad de Cornell en este trabajo?
Me dieron parte de las imágenes de Alaska y Texas, además de colaborar con muchos de los trinos para componer la música de la exposición. Sin embargo, acá hay mucho más que una universidad, son los y las investigadoras quienes me dieron las alas de componer letra, música y video. Ellos y ellas pelearon por becas, por fondos de investigación, viajaron a los lugares e investigaron, se quemaron las pestañas
publicando y la Universidad de Cornell con Cornell Lab es la biblioteca que reúne estas muestras, porque eso son, son muestras de investigaciones y, como el ser humano tiene derecho a educarse y empoderarse de su territorio, este campus generó un amplio registro que acoge estos aportes. Yo, una mujer desde el fin del mundo recibí el apoyo de ellos y les estoy muy agradecida porque salió precioso.
– Este trabajo ¿contó con algún financiamiento?
Sí, este trabajo primero se presentó junto con muchos más, obras de artistas y músicos, bandas y afines, adjudicándose $80.000.- para la producción, que fueron pagados al mes de expuesta la obra. Es parte de un proyecto del Ministerio de Artes y Cultura de arreglar la negligencia que hubo para esta importante sección durante la pandemia. Es un fondo de artistas emergentes donde caí perfecto, pues fue mi debut.
– ¿Qué proyectos tienes en mente a futuro?
Primero, terminar la tesis, quiero ser bióloga. Luego, un Magister y así, es todo lo que sé a ciencia cierta. Ahora, estoy componiendo una nueva obra y no sé si alguna vez verá la luz como “Cortacielos”, pues tendría que volver a concursar y estoy en pleno desarrollo profesional, ya me han llamado un poco la atención por dedicar tiempo al arte y no estrictamente a estudiar, sumado a que soy trabajadora, comprendo que debo priorizar con el dolor de mi alma, porque me gusta expresarme y crear. Pero estoy a cambio estudiando y creando una tesis, hecha por mí, en lo que amo, lo cual me llena el corazón: un trade-off.
– ¿Desde hace cuánto tiempo te dedicas al arte y qué tipo de obras desarrollas?
Me dedico al arte desde niña igual que todos los seres humanos, solo que nunca quise soltarle la mano por seguir conductas adultocentristas que no me parecen ni compartiré nunca. Mis obras al igual que las de cualquier creador, tienen de mi partes importantes: probablemente serán obras criticas de algun aspecto inhumano que tengamos, pero siempre corriendo detrás de la esperanza de que podemos revertir algo de ello.
– Las personas que deseen conocer más acerca de tu trabajo o ver otras de tus obras ¿dónde lo pueden hacer?
Donde hay lugar para hacerlo. Sería muy lindo unir todas las voces artísticas y musicales que hay entre los y las científicas de nuestra facultad, juntarlas y acercarlas al campus entero. Pero por el momento no he postulado a fondos por priorizar mi tesis, así que al menos hasta nuevo aviso, no hay donde verlo.
“Mi seudónimo viene de la historia de la planta que me da el nombre: ayudaba a las mujeres a controlar sus ciclos menstruales en la antiguedad, algo muy rudimentariamente parecido a las pastillas anticonceptivas, pero además ayuda en el parto. Se llama en honor a la diosa Artemisa, melliza de Apolo, quien tras sufrir todo el embarazo en el exilio de su madre, se hizo a sí misma la primogenita para ayudarla a parir a Apolo, renunciando a propósito frente a su padre a todos los títulos terrenales, no quiso su nombre en ciudades ni templos, ella solo quería reinar en las montañas, ahí donde se llega al cielo”.
Crédito fotografías: Francisca Barría.