Actualmente el Dr. Luis Pastene es Jefe de Ciencias del Instituto de Investigación de Cetáceos de Tokio (Japón) y está a cargo del Laboratorio de Biología Molecular, su especialidad. El 29 de abril recibió un reconocimiento jerárquico que el gobierno nipón otorga a personalidades destacadas, que han aportado al desarrollo del país en diversos ámbitos.

Dr. Luis Pastene en el Instituto de Investigación de Cetáceos, Tokio.

Las actividades de investigación del instituto se dividen en dos áreas principales.  Por una parte, contempla participar y contribuir con el trabajo de un grupo nacional ad-hoc que supervisa al gobierno sobre la sustentabilidad de la caza de ballenas con fines comerciales que Japón lleva a cabo en su Zona Económica Exclusiva. Por otra parte, el Instituto tiene programas de investigación no letales en ballenas tanto en la Antártica y el Pacífico Norte Occidental, que incluyen avistamientos sistemáticos para estimar la abundancia, biopsias para análisis genéticos sobre estructura de los stocks; foto-identificación y marcaje satelital para estudios de distribución y movimientos, además de prospecciones oceanográficas para estudiar el ambiente en que viven.

En ese contexto el trabajo principal del Dr. Pastene, en el Instituto de Investigación de Cetáceos de Tokio, es coordinar y apoyar todas las actividades de investigación y ayudar en la escritura de trabajos científicos y su presentación en diferentes reuniones internacionales.

Aparte de las labores propias del Instituto, desde principios de este siglo el Dr. Pastene ha colaborado con instituciones de investigación de Chile y otros países latinoamericanos, en diferentes áreas. Un ejemplo de ello es la investigación llevada a cabo sobre las ballenas en la Patagonia chilena en colaboración con científicos del Instituto Antártico Chileno (INACH) y la Fundación CEQUA en Punta Arenas, colaboración de la cual se han logrado varias publicaciones importantes.

Asimismo, estudiantes latinoamericanos han visitado el Instituto en Tokio aplicando lo aprendido en el estudio de ballenas en sus respectivos países.

Cabe destacar un proyecto de investigación que estudia la historia y cultura de la caza de ballena en Chile (200 años de historia), que el Dr. Pastene realiza en colaboración con antropólogos de universidades santiaguinas. Dos libros han sido publicados como parte del proyecto.

Tras su reconocimiento, el Dr. Luis Pastene, exalumno de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas, accedió a una entrevista para dar testimonio de su vida en Japón y la contribución científica que él ha hecho a ese país.

– ¿En qué consiste el reconocimiento de la Orden del Sol Naciente y qué significado tiene en el aspecto personal y profesional para usted?

“La Orden del Sol Naciente, Rayos de Oro”.

La Orden del Sol Naciente es un reconocimiento jerárquico establecido por el Gobierno de Japón en 1875 para distinguir a aquellas personas japonesas y extranjeras que han contribuido significativamente en la promoción de las relaciones internacionales y la cultura japonesa, y que han destacado en sus áreas de especialización, desarrollo del bienestar y preservación del medioambiente. Este honor ha sido conferido a extranjeros desde 1981. La ‘Orden del Sol Naciente, Rayos de Oro’ es la tercera jerarquía más alta otorgada por el gobierno, sin embargo, es la más alta normalmente conferida. En mi caso la orden fue otorgada por el aporte a la promoción en Japón de políticas en el campo de los recursos vivos marinos a través de la cooperación en investigación científica.

Para mí fue un gran honor recibir esta orden, la cual quiero compartir con muchos colegas e instituciones con quienes he trabajado por muchos años en la investigación y en el desarrollo de políticas de conservación y uso sustentable de recursos marinos, incluido las ballenas. Es también una fuerte motivación para seguir trabajando en pos de esos objetivos.

– ¿Qué méritos suyos fueron considerados para otorgar esta distinción?

La orden fue otorgada en el área de las ciencias (también hay otras áreas como el arte). En mi caso la orden fue otorgada por mi aporte a la promoción en Japón de políticas en el campo de los recursos vivos marinos a través de la cooperación en investigación científica. En la práctica, esto significa cerca de 30 años de trabajo de investigación, de interacción y consulta con colegas de la Agencia de Pesquerías del Gobierno de Japón. También ha significado la participación en un largo número de reuniones en comités científicos de organizaciones internacionales, dedicadas a la conservación y manejo de recursos marinos vivos.

– ¿Cómo ha sido su vida en el país nipón?

Fue difícil para mí al comienzo debido al poco conocimiento del idioma, la cultura y las costumbres que son tan diferentes a las nuestras. A medida que uno va entendiendo esas costumbres la vida se hace más llevadera, pero eso toma su tiempo. En este proceso ayudó que me casara con una japonesa. En momentos difíciles durante el período de adaptación, lo importante es no revelarse en contra de las diferencias, sino entenderlas y respetarlas. Una de las cosas difíciles de entender es la forma de comunicarse y el concepto de la amistad de los japoneses. Ellos, a diferencia de los latinoamericanos, no son directos para decir las cosas y evalúan todos los aspectos y ángulos antes de decidir por algo, incluida una amistad.

Ya llevo más de 30 años en este país, me he acostumbrado bien y me gusta vivir aquí. Me gusta el respeto entre las personas, la organización, la moderación y la responsabilidad por el trabajo. También me gusta que los acuerdos siempre se tomen considerando el grupo y el bien común. El respeto se ve expresado de diferentes formas, en la vida diaria (siempre evitando molestar o distraer a otra persona), en la forma como se discute (con argumentos y sin agresividad), en la forma como se muestran las noticias (equilibrada y respetando todas las opiniones).

Otra característica que me gusta mucho de Japón es el sistema de educación. La educación básica (seis años) y parte de la secundaria (tres años) es de gran calidad y gratuita (se paga un costo ínfimo). Los profesores no solo enseñan materias típicas como matemáticas, ciencias e idiomas, sino también un montón de educación cívica. El orden, disciplina e higiene de la sociedad japonesa (entre otras cosas) tiene su base en esa educación básica y secundaria. A propósito de la actual pandemia, el hecho que los japoneses sean disciplinados, respetuosos y limpios ha ayudado un montón a que el virus no se expanda.

La diversidad y calidad de la comida japonesa son reconocidas en el mundo y es otro de los elementos que hacen feliz mi vida en Japón.

– Como ex alumno de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas y específicamente de la carrera de Biología Marina, ¿qué herramientas le entregó la UdeC en su formación académica de base y qué recuerda usted de esos años como estudiante de pregrado de la UdeC?

Como lo he expresado anteriormente, en el período que me tocó estudiar, la carrera tenía un programa de estudios bastante completo, que iba más allá del puro aspecto técnico. Estaba diseñada para formar un profesional más completo, capaz de ver su profesión y su trabajo desde un punto de vista más amplio y ético. En este contexto, por ejemplo, me entusiasmaban mucho las entretenidas y productivas clases de Filosofía de las Ciencias en el primer semestre de la carrera. De esa formación también recuerdo la estadía en Dichato en los últimos años de la carrera, particularmente, por la relación que se generaba entre estudiantes y los habitantes de la localidad, entre ellos pescadores artesanales.

Esa formación integral se ha visto reflejada en un mejor desempeño al momento de enfrentar temas biológicos, que están insertos en complejos ámbitos políticos, sociales, económicos e históricos.

– ¿Qué profesores de la UdeC marcaron su vida académica y qué recuerdos tiene usted de ellos?

Tuve muy buenos profesores, tanto en los semestres de la educación elemental (tres primeros años) como en los últimos semestres que se dedicaban a ramos específicos de la carrera (dos años) y que se dictaban en la Estación de Biología Marina de Dichato. Quien tuvo más influencia en mi formación profesional fue el Prof. Víctor Ariel Gallardo, quien me invitó y motivó a iniciar el estudio sobre ballenas a través del desarrollo de mi tesis de grado. En ese tiempo nos acercamos a la Compañía Ballenera Macaya, que tenía su oficina en San Vicente y una planta terrestre en Chome. Nuestra intención era tener acceso a muestras biológicas de los animales cazados y así poder hacer estudios. Algo así como un laboratorio muy cerca de la Universidad. La interacción con los Macaya, sin embargo, fue corta (1981-1983). En abril de 1983, Chile decide dejar la caza ballenas, y como un efecto, los Macaya cesan sus funciones. El esqueleto de una de las últimas ballenas cazadas está en el campus de la universidad gracias a la gestión del Prof. Gallardo. No obstante, en el corto periodo de interacción con la compañía, se hicieron varios estudios biológicos interesantes y algunos de ellos fueron publicados, además que pude terminar mi tesis. También tuvimos acceso a un montón de datos históricos que hasta el día de hoy nos sirven para el estudio de la historia ballenera en Chile.

Otro aspecto que motivó mi interés por los cetáceos fue un viaje que realicé a una reunión sobre reproducción de cetáceos en Estados Unidos y que gestionó el Prof. Víctor Ariel Gallardo cuando yo todavía era un estudiante tesista. La reunión me permitió conocer varios expertos en el tema de los cetáceos de varias nacionalidades, con algunos de los cuales seguí colaborando durante mi carrera.

En los veranos australes 1983/84 y 1984/85, ya titulado de biólogo marino UdeC y teniendo un puesto ad-honorem en la oficina del Prof. Gallardo en Dichato, tuve la suerte de participar en cruceros de avistamiento de cetáceos en la Antártica, organizados por el Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional (programa IWC-IDCR). Fue una experiencia muy enriquecedora que motivó aún más mi interés por el estudio de estos animales.

– ¿Cómo fue para usted la experiencia de estudiar en un país extranjero? Considerando a los alumnos que hoy cursan el pregrado de la carrera de Biología Marina, si usted pudiera darles un consejo desde su experiencia ¿qué les diría?

La experiencia de estudiar y compartir con colegas en el extranjero es útil por varios motivos. Además de tener acceso a información científica y tecnológica que no está disponible en el país, se da la oportunidad de interactuar con personas con formación y mentalidad diferente a la tuya. También te permite aprender otras lenguas lo que es muy útil en nuestra carrera. El resultado de vivir y estudiar en el extranjero es profundizar en tu especialidad, pero también obtener una visión mucho más amplia de la carrera, del trabajo que realizamos y su contexto. Hay dos modalidades, estudiar y volver a Chile y estudiar y quedarse a vivir en el país extranjero. Una variante de esta segunda modalidad es seguir contribuyendo con Chile y otros países desde el extranjero como es mi caso.

Fotografía de portada: Dr. Luis Pastene (centro) con colegas del Laboratorio de Biología Molecular del
Instituto de Investigación de Cetáceos.

Crédito de las fotografías: Gentileza Dr. Luis Pastene.