Los coronavirus son un grupo diverso de virus presentes en mamíferos. El mercado de Huanan en la ciudad china de Wuhan fue el origen geográfico del SARS-Cov-2. En estos meses de pandemia, son muchas las interrogantes que han quedado abiertas, mientras los ojos del mundo se han fijado en murciélagos y pangolines, los expertos han encontrado respuestas y proyectan el futuro.

Crédito: Dr. Enrique Rodríguez.

Una zoonosis es una enfermedad que se manifiesta en la población humana producto de un patógeno comúnmente presente en animales domésticos o silvestres. Las zoonosis se clasifican por: el tipo de patógeno (parásito, bacterias, virus), la forma de transmisión (por vector: especie animal reservorio o intermediaria; por alimento), grado de transmisibilidad persona-persona (no hay transmisión entre personas, si no que solamente el vector la contagia; alta transmisión entre personas), si es endémica a un área geográfica o si es emergente en un área en que nunca se tuvo registros (a veces por ser totalmente nueva; otras veces a pesar de que siempre estuvo en cierto lugar, se ha detectado recientemente).

La mayor parte de las zoonosis, son enfermedades enzoóticas, es decir, que se mantienen estables dentro de las poblaciones de animales silvestres.

Los coronavirus son un grupo diverso de virus presentes en los mamíferos. Actualmente, cerca de 7 coronavirus infectan a la población humana. De ellos sólo 3 causan enfermedades severas: el SARS-CoV, el MERS-CoV y el SARS-Cov-2.

“Para entender el potencial origen zoonótico de este virus, es necesario comprender cómo el virus se comunica con las células humanas y luego las infecta. Esto lo hace a partir de una estructura de su superficie denominada “spike” o espina. La espina del SARS-Cov-2 tiene dos características relevantes: 1) un sitio para unirse a la célula humana y 2) otro sitio que le otorga patogenicidad”, explica el académico del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas y director de Mammalogy Lab, Dr. Enrique Rodríguez. “Según un estudio reciente (Andersen et al., 2020 https://doi.org/10.1038/s41591-020-0820-9) el SARS-Cov-2 presenta un 96% de similitud genética con el coronavirus del murciélago Rhinolophus affinis y un poco menos con el coronavirus del pangolín malayo Manis javanica. Notablemente, este último tiene la capacidad de unirse a células humanas. Entonces, es muy probable que la forma ancestral del virus que hoy está infectando a la población humana del planeta sea el de Manis javanica”, agregó.

Pangolin, Manis javanica. Créditos: cc Wikimedia Commons | Piekfrosch.

Sin embargo, el Dr. Rodríguez explica que el virus original sufrió un fuerte proceso de selección natural en los organismos de las primeras personas infectadas para convertirse en SARS-Cov-2, incluyendo adaptaciones tales como la fijación de 12 nuevos nucleótidos en su genoma que le confieren patogenicidad en humanos, gatos, hurones y otras especies. Esta adaptación “imperfecta” también es evidencia muy potente para descartar cualquier origen artificial.

Finalmente, podemos decir que el origen del SARS-CoV-2 es zoonótico. Sin embargo, el virus SARS-CoV-2 no es una zoonosis propiamente tal por ser un virus marcadamente diferente a su especie ancestral que infecta a los pangolines, ya que tomó su forma final en la población humana inicialmente infectada.

Para el académico del Departamento de Zoología y director del Laboratorio de Ecología y Conservación Fauna Salvaje, Dr. Fulgencio Lisón, estos coronavirus forman parte de la fauna de murciélagos desde hace mucho tiempo y la incidencia de ellos es bastante baja (menos del 7% de los murciélagos capturados tenían coronavirus).

“En el mismo estudio que menciona el profesor Rodríguez, es cierto que el actual COVID-19 tiene parecido con una única especie de murciélago Rhinolophus affinis mientras que apenas tiene coincidencia con el resto de coronavirus de murciélagos. Algunos investigadores apuntan a que el virus pasó de los murciélagos a un hospedador intermediario, donde recombinó con otros coronavirus (la parte “espina” es muy parecida al pangolín, pero en nada a los murciélagos) y salió un híbrido que es el actual COVID-19. Video explicativo en YouTube:

 

Zoonosis en Chile

En nuestro país tenemos una serie de zoonosis de importancia creciente que son de carácter endémico y emergente. Quizás la más conocida en el último tiempo es el hantavirus, y su enfermedad del Síndrome Cardiorrespiratorio por Hantavirus, de elevada mortalidad, pero baja incidencia.

“Con respecto a esta terrible enfermedad, estamos llevando a cabo una serie de trabajos en colaboración con la Dra. María Inés Barría (Facultad de Ciencias Biológicas), la Dra. Lucila Moreno y Dr. Cristián Hernández (ambos FCNO) que apuntan a la detección de áreas del paisaje chileno que, por sus condiciones climáticas, de uso de suelo y capacidad migratoria de la especie reservorio, el roedor Oligoryzomys longicaudatus, pueden ser consideradas de alto riesgo de contagio. Una mención aparte es para el trabajo pionero de la Dra. Barría con la única vacuna que ha mostrado eficacia para el hantavirus”, dice el Dr. Enrique Rodríguez.

Adicionalmente, otras zoonosis con pequeños mamíferos como vectores están presentes en nuestro país. Una lista incompleta con algunos ejemplos: leptospirosis, brucelosis, hidatidosis y rabia.

Crédito: Dr. Fulgencio Lisón.

En este mismo aspecto, el Dr. Fulgencio Lisón, ha colaborado con otros investigadores en determinadas enfermedades con potencial zoonótico a partir de murciélagos. “Se publicó un estudio de mycoplasmas sanguíneos en murciélagos de Chile (Doi: 10.7589/2018-12-290) y estamos pendientes de publicación de otros trabajos sobre Brucellas, Borrelias también en murciélagos chilenos. Además del virus de la rabia”.

 

 

Tráfico de animales

En 1973, la convención CITES (Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora) planteó inquietudes al respecto y desde entonces se han presentado avances que han permitido resguardar y evitar el tráfico de especies. Sin embargo, no todos los países se han adherido, y lamentablemente, en algunos el comercio de fauna nativa y exótica es una industria aún muy lucrativa.

“Se ha estimado que en el mercado de Huanan en la ciudad china de Wuhan (origen geográfico del SARS-Cov-2) se venden más de 30 especies animales, en la modalidad “viva” para el consumo humano. Esto, dejando atrás otros usos culturales de animales, o partes de animales, tales como la medicina tradicional, que ha llevado al borde de la extinción a muchas especies. Con estos antecedentes en consideración, es muy probable que las autoridades de estos países tengan que poner en la balanza la industria asociada a la explotación de la fauna silvestre y las pérdidas económicas gigantescas que significarán esta pandemia, y otros eventos potenciales, y prohibir estas tristes actividades económicas”, enfatiza el Dr. Rodríguez.

El Dr. Lisón va más allá del tráfico ilegal de especies y manifiesta su preocupación por una serie de acciones del antropoceno como gatillantes del problema. “Es esperable que las autoridades intenten controlar dicho tráfico, pero donde normalmente se produce este tipo de consumo y tráfico ilegal son zonas donde los estados tienen poco poder de acción. Además, hay que poner en la balanza que el surgimiento de pandemias como Covid-19 no está únicamente en el tráfico ilegal o el consumo de animales exóticos. El origen también es producto de la deforestación masiva provocada por los humanos, la invasión de hábitats, la destrucción de la naturaleza y de los ecosistemas”.

Por un lado, esto provoca que muchos virus y enfermedades que se encuentran aisladas (encapsuladas) cada vez están teniendo un contacto más intenso y que por la propia naturaleza de los virus (siempre mutando) es solo cuestión de tiempo para que dichas enfermedades emerjan. Por otro lado, es normal que dichas enfermedades ataquen con gran virulencia al principio ya que las actuales poblaciones humanas apenas han tenido contacto con ellas y carecemos de lo que se denomina ‘inmunidad de grupo’”.

 

Lecciones futuras

Alguno académicos proponen como consecuencia de la pandemia por SARS-Cov-2 que la ciencia no tiene certezas y que no puede contribuir a la solución de problemas como el que enfrentamos hoy.

Frente a esa opinión, el profesor Rodríguez propone una visión distinta basada en evidencia y no en sistemas de creencias: “La ciencia es la base del desarrollo humano en todo nivel. Porque desde la creación de nuevo conocimiento nace el bienestar básico del cual hacemos uso, por ejemplo, hasta vivir, en promedio, 80 años en este pequeño país del hemisferio sur. Y si bien no hay certezas absolutas, tenemos las mejores aproximaciones para entender los fenómenos naturales que nos rodean y sus consecuencias”.

En el año 2007, se estableció que en el sur de China podría haber un brote epidémico de Síndrome Respiratorio Severo por coronavirus debido al cautiverio y consumo de animales silvestres (Cheng et al., 2007; https://doi.org/10.1128/CMR.00023-07). Asimismo, desde mediados del siglo XX tenemos claro que la alteración de los ecosistemas trae como consecuencia cambios muy relevantes en la densidad y actividad de especies silvestres que pueden implicar mayor interacción con la población humana. “Frente a estos antecedentes no se explica de otra forma la actual pandemia, sino que a través de la profunda negligencia que han tenido las clases dirigentes de las naciones más poderosas y, por extensión las nuestras, al no utilizar el conocimiento científico disponible para la implementación de políticas basadas en evidencia que modifiquen conductas humanas autodestructivas. Como corolario, se debe garantizar financiamiento y estimular el desarrollo de investigaciones que apunten a la predicción de eventos como esta crisis sanitaria, en conjunto con profundas modificaciones de políticas actuales de intervención de los sistemas naturales”, asegura el Dr. Enrique Rodríguez.

Lo que está demostrando está crisis es que debemos y podemos cambiar nuestros hábitos de consumo y ser algo menos depredadores con la naturaleza y los ecosistemas. Para el profesor Lisón, también es un cambio de paradigma y está demostrando que ciertas cosas que se hacían por inercia estaban erróneas o se podrían hacer mejor. Por ejemplo, se ha demostrado que determinados trabajos no exigen de la presencia para que sigan ejecutándose o que no son necesarios tantos miles de desplazamientos diarios y que se pueden explorar nuevas formas de educación, entre otros.

“Está crisis demuestra que la ciencia es más que nunca necesaria, pero que la investigación no surge de la noche a la mañana y que es necesario programas de inversión científica constantes y que alcancen al menos el 2% del PIB de país. Que la ciencia necesita de un financiamiento estable y constante, y que no debería verse nunca como un gasto sino como una inversión a futuro. La ciencia tampoco puede ser dividida en ciencia básica o aplicada y primar la segunda sobre la primera. La ciencia es un todo que puede tener o no aplicación inmediata”, finaliza el Dr. Fulgencio Lisón.

Crédito fotografía de portada: gentileza Dr. Fulgencio Lisón.